9 al 11 de junio de 2012. vereda de la estrella. La Mosca, vacares, la loma del calvario y la cucaracha.
Día 1
Salida 8:45 Vereda de la Estrella 1.200m Llegada 16:30 Laguna de La Mosca 2.890 |
Día 2
Salida 9:00 Laguna de La Mosca 2.890 m Llegada 20:00 A 1 km de Refugio de La Cucaracha 1.900 m |
Dia 3
Salida del campamento y regreso hasta el punto de salida, en la Vereda de la Estrella.
Salida del campamento y regreso hasta el punto de salida, en la Vereda de la Estrella.
La aproximación al corazón de Sierra Nevada por la Vereda de la Estrella y el barranco de Valdecasillas hasta la laguna de La Mosca, sorprende y cautiva a pesar de su dureza.
Si bien el primer tramo hasta la cabecera del Río Genil -Vereda de la Estrella- es demasiado cómodo, después la aventura cobrará otro ritmo muy distinto. De esta parte, no podemos evitar la fama del castaño "El Abuelo", los restos e historias de las minas y mineros, los relictos arces, melojos y castaños; en cambio pasan más desapercibidos, camuflados en el paisaje los cortijos derruidos al otro margen, con pequeñas terrazas de frutales, senderos tortuosos verticales que impresionan al pensar en quién y cómo vivirían en esas condiciones. Qué infancia de labriego de montaña dejarían entre las pendientes, jugando a ratos con piedras y palos, caracoles, moscas y grillos. Más arriba, el Puente de los Burros, la Cuesta de los Presidiarios, toponimia que inspira fragmentos de la historia de la región. En Cueva Secreta es mejor pensárselo. Si estas dispuesto a penar, hay que volcar hacia el barranco de Valdecasillas en la Majada del Palo, una subida fuerte como anticipo de lo que aún nos queda. No es difícil toparse con avezados corredores de trail en estos lugares. Ya se entiende, el imán de la montaña. Y ese imán nos sube paso a paso hasta la aproximación final, cuando el sendero se traspapela en las piedras y en las chorreras de La Mosca, fría y desbocada, agua como loca, descendiendo a traspiés vencida a la gravedad, a la pared casi vertical que nosotros tenemos que ascender sinuosamente. Y de pronto, das un paso más, y estás arriba, y se despliega ante nosotros ese anfiteatro de montañas de siluetas quebradas, de tendencias ocres y rojizas, que contrastan con los escasos neveros que se deshacen en hilos transparentes hacia la laguna. Llegamos con mucho tiempo por delante para descansar, pasear por las orillas, hacer fotografías, cenar y esperar el anochecer admirando las cumbres que se repiten como un espejismo en las aguas tranquilas de La Mosca. Contemplar los rojos en que se deshace el día en el techo peninsular es algo que no se olvida nunca. Y al poco rato, en la negra noche, las estrellas. A cientos. A miles. Salvo por los gritos de unos montañeros irritados a causa del zorro "asaltamochilas", la noche transcurre en un absoluto silencio al que no estamos acostumbrados. Un largo camino tenemos por delante en nuestra segunda jornada. En media hora estamos en el Collado del Ciervo; desde allí, se aprecia La Mosca como un escalón en la ladera. Hacia el sur, el paisaje es ancho y profundo, tanto como que el último horizonte que se distingue es el del cielo con el mar mediterráneo. Vamos con cierta prisa, y aceleramos para rodear el Mulhacén y descender hasta Siete Lagunas. Un breve descanso, y al Yunque en media hora. De aquí a la cascada del Goterón el sendero está bien marcado. Pero improvisamos un poco para acceder a las calderetas, y eso nos cuesta un rodeo. Otro descanso breve, y continuamos hacia Vacares. No teníamos muy clara la idea de dónde pasaríamos la segunda noche, teniendo en cuenta que para el día siguiente no queríamos dejar demasiada distancia hasta el inicio de la Vereda de la Estrella. Después de un error de orientación -no hay senderos- que uno de nosotros recuerda como uno de los momentos más emotivos, nos vimos entregados a un flirteo con la gravedad,entre unas rocas y un nevero inseguro que no queríamos pisar. Llegamos a la verde Laguna de Vacares sobre las tres de la tarde, y pensamos que con tiempo suficiente para descender hasta el Refugio de la Cucaracha. La Loma del Calvario. Unas vistas excepcionales de todas la cumbres y los principales barrancos. Guarnón, Valdeinfierno, Valdecasillas, y al otro lado el Vadillo, que trae las aguas de La Atalaya -3.139 m- y Piedra Partida. Otro topónimo puesto con sentido, Loma del Calvario, y que tiene un solo punto de agua hasta el Puente de los Burros en el río Genil. La continua bajada se hace dura, las rodillas se resienten. A las ocho de la tarde, después de todo el día caminando, encontramos un lugar apropiado junto a unas peñas, y decidimos acampar. De nuevo una noche limpia, silenciosa, oscura. Los últimos rayos acarician las cumbres como una llama de rojos y naranjas. Y en dirección contraria, al final del valle, la ciudad iluminada de Granada. Amanecimos solos y en silencio. Recogimos todo. Especialmente los restos de basura que algún zorro había desperdigado a medio centenar de metros. Apenas un kilómetro más abajo nos tropezamos con el refugio de la Cucaracha, llamado así por la forma similar del tejado con el cuerpo del insecto. Tras refrescarnos en el puente de los Burros, el resto del camino se nos hace largo y pesado, con el cansancio acumulado en los músculos. Es lo que menos importa; las agujetas duran un par de días, pero los paisajes y anécdotas vividas nos acompañarán para siempre. |
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