Vuelta Tiempo de vuelta Distancia de vuelta (km)
1 00:07:00.96 1,002 2 00:07:42.90 1 3 00:06:57.83 1 4 00:06:02.18 0,999 5 00:05:46.99 1,002 6 00:05:12.98 0,998 7 00:05:38.99 1,001 8 00:05:29.04 0,999 9 00:05:43.10 1,001 10 00:06:35.86 0,999 11 00:06:12.87 1,002 12 00:06:14.11 0,998 13 00:09:02.06 1,687 14 00:00:07.68 0,206 |
Domingo, 21 de septiembre de 2.014 es la fecha para la "XI Carrera de Fondo Subida al Pantano del Quiebrajano"
Tenía ganas de hacer esta carrera, aunque le daba vueltas por la dureza, y que no me sentía en forma para afrontarla con entereza, este año ha podido ser. Como a contratiempo, no hemos podido coincidir los amigos de montaña, aunque ya hemos pasado los tres por este trance en diferentes años, estaría bien poder hacerla juntos en otra ocasión. Pensar en subir al pantano corriendo, es para pensárselo dos veces; un trazado bien conocido para los que hemos transitado bastante la Sierra Sur de Jaén, pero que hemos recorrido "casi siempre" en coche, pues es la carretera que nos acerca a la sierra. El asfalto muere en el pantano, pero desde ahí, caminos y senderos se adentran en la Sierra Sur. Pero imaginar esa carretera tan conocida corriendo, es bien distinto. Desde la salida, reservando... y respirando... que el camino es largo, y aunque las primeras pendientes se hacen eternas, los últimos dos kilómetros pueden serlo más aún. Un paisaje muy bien conocido; ¡cuántas veces he estado en muchos de los recovecos de esta sierra observando aves! Seguramente más de mil. Y por entonces jamás me hubiera imaginado trotando carretera arriba. Tras las primeras subidas, llegar al Monolito y Monumento de Carlos III, se convierte en un anhelado paso, sabiendo que tras la cerrada curva hay un buen tramo de bajada donde estirar los brazos y respirar. El paisaje comienza a ofrecer su mejor espectáculo. La Bríncola, el camino antiguo de Otiñar, el Barranco de la Tinaja, la entrada al Barranco de la Oya, los fósiles y los petroglifos.., acuden a la memoria multitud de momentos en estos lugares. Como aquella jornada de anillamiento de ¡Collalba negra! Funcionó cuando parecía imposible. Más arriba los túneles de la conducción de agua, los murciélagos y la salamanquesa rosada, en esa curva nos cruzó un tejón, y en aquella otra vimos un zorro tranquilo marcando territorio. Muchas rutas nocturnas, muchas cenas en "la cañá", las garduñas y los jabalíes, despedidas de soltero, cumpleaños, barbacoas, jornadas de medio ambiente, la primera acampada, y algunas más... Incluso los baños en verano en la alberca, a la que decíamos "nuestra piscina" y los juegos en el castillo que hubo de madera y que el tiempo carcomió. El castillo de Otiñar guarda tesoros y secretos, recuerdos y las voces de los amigos de antes, los de siempre, incluso algún ensayo de la banda de percusión que teníamos en carnaval. Cuando me avisa el reloj en el kilómetro diez, pocos minutos pasan de la hora, pienso que vamos rapidillo para mi ritmo de costumbre, teniendo en cuenta las pendientes salvadas, pero no sé si será la inspiración, o la cercanía afectiva de esta tierra, que me siento bien, lo que describimos como "buenas sensaciones", y aprieto un poco más, o mejor dicho, mantengo el ritmo cuando los demás aflojan al incio de las nuevas pendientes. Aún queda lo peor, pero se me escapa en voz alta: ¡Ahora empieza la carrera! y uno que iba cerca, dice: ¿y lo que llevamos que es? ¡Calentar! contesto. No es que fuera sobrado de fuerzas, pero sentía que me podía permitir más, que "el cuerpo me pedía correr", y tenía que dar libertad a las sensaciones. A mi pesar, abandoné a mi compañera de carrera y levanté las rodillas. Algo más arriba, entramos en territorio de Águila real y Cabra montés. Y cuando se ponga el sol, el eco del alarido del Cárabo recorrerá la noche y avanzará en el valle hasta deshacerse en el aire. El río seco Quiebrajano. Afortunados, los que lo hemos podido ver con su agua y sus riberas intactas. En 1976 se inició la construcción de la presa.La curva del Mirador hace regresar la mente a la carrera. La pendiente asciende unos grados más. |
Ya hace rato que voy encontrando corredores caminando, recuperando respiración, algunos me miran extrañados, alguno comenta ¡ay los tirones! cuando lo paso sin esfuerzo. Sigo mi ritmo lento pero firme. Se intuye en el paisaje que algo cambiará pronto, cuando el cielo gana espacio entre las rocas. La caja del río acabará pronto; tras una curva, el primer túnel. Hay espectadores animando a los corredores, ¡venga! ¡último esfuerzo! ¡ya está! Aplauden y gritan. Se agradece. Un ultimo empujón; conozco bien lo que hay a la salida del túnel. El paisaje que se abre a las cumbres, Ventisqueros, las Coberteras, y la emblemática montaña de La Pandera. Más cerca de las colas del embalse, Pitillos, el Caballo de Ajedrez, la Cañada del Sabinar, El Palo...
Al ver la meta y el juez de llegada sonrío. Me acercan un lector de código de barras al dorsal. Suena un beep. He llegado.
Al ver la meta y el juez de llegada sonrío. Me acercan un lector de código de barras al dorsal. Suena un beep. He llegado.